La chivacoa es un atormentador y diminuto insecto (puede llegar a medir 1/2 mm de largo) que parásita en el hombre y en otros animales.  No es ningún personaje relacionado con el comunismo ni con animales que persiguen en el bosque a Caperucita, es simplemente el nombre que los franceses le dan a la Chivacoa.
 
“Bete Rouge”, Chiggers”, “Tsutsugamushi” son los nombres que se le dan en Francia y China, relacionados con esos animalitos llamados “bichos colorados”. Son ectoparásitos atormentadores de la piel de muchas personas que se internan en la selva y no son más que las larvas de unos ácaros que buscan su asiento en los lugares más recónditos de nuestra anatomía, atraídos por la humedad y el amparo que le brindan las rugosidades y los obstáculos que encuentran para detener su avance de un milímetro por segundo.  Por lo general se ubican preferentemente en la cintura donde queda la marca de la correa o la ropa interior.
 
En Venezuela los estudiosos han definido más de 136 especies diferentes de estos ácaros de la familia trombiculidae.  El organismo de las chivacoas tiene por lo general un color anaranjado fluorescente que es tan diminuto que puede esconderse detrás del grosor de un pelo.
 
A la hora de haber iniciado su picadura, la larva parasitaria forma un extraño conducto de alimentación que se forma como resultado de la inyección de líquidos salivales que disuelven la pared de las células de la piel, de donde despegan su alimento. Culminada su única alimentación parasitaria durante su metamorfosis, las chivacoas se desprenden del generoso huésped para culminar su siguiente fase de desarrollo bajo tierra.
 
Las chivacoas se posan sobre las gramíneas o encima de la paja o vegetación arbustiva. Allí esperan a algún cuerpo viviente que pueda detectar, gracias a una visión muy sensible y a los cambios de intensidad de luz que provoca cualquier objeto extraño. Se ha estudiado que estas larvas se activan por las vibraciones que produce la voz humana.
 
¿Cómo tratarlas y prevenirlas?
 
Fácil. Un buen baño antes de acostarse y restregarse con jabón y arena de playa, porque después que las chivacoas se hayan instalado en la piel, el gasoil, kerosen son efectivos para desprenderlas y evitar su propagación, al igual que algunas gotas de esmalte para uñas en cada picada, frotamiento con alcohol o removerlas con las uñas o punta de una navaja.
 
De igual forma, hay que evitar dormir con la ropa que uno haya estado caminando todo el día por la selva. Hay que colocarse el ruedo del pantalón por dentro de la medias y utilizar camisa manga larga, preferiblemente.
 
(Fuente: Feriado  N° 467, 16 febrero 1992 – Revista encartada en el diario El Nacional)

Por Web Admin

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