Pese a la compleja y difícil situación político social que sufre la nación, muchas instituciones siguen su curso normal y funcionan a la medida del gobierno nacional.
La educación es una de ellas, con todas las deficiencias en su funcionamiento es una de las actividades con mayor movimiento en el país en todos sus niveles de preescolar, primaria, básica, secundaria y universitaria.
El arranque de este nuevo año escolar, frente a la profunda crisis moral y económica, debe ser con un gran espíritu de optimismo esperanzador de profesores, maestros y estudiantes.
En las aulas que abren sus puertas a niños y jóvenes que acuden con sus sueños de ser grandes, de tener logros, de ser profesionales de alta competencia, allí en esos sueños está el país que anhelamos, ese gran país que pedimos y reclamamos todos los días.
Sobre esos pupitres en mal estado, salones sin pintura, sin pizarras, sin luz, tiene que surgir la esperanza y para ello tenemos que ser optimistas, para ello tenemos el deber de sobreponernos como venezolanos que aspiramos un futuro mejor para las próximas generaciones.
Ese futuro mejor lo construimos en el presente en medio de un sin fin de dificultades. Pero tenemos el reto que se fragua en las sonrisas de las niñas y los niños que forjan el reinicio de una nueva esperanza que pese a las dificultades caminan hacia un nuevo porvenir con su visión de un mejor país, sin duda.